By La historia de Guillermo Raúl López Escobedo sigue marcando la vida de su familia, que a más de un año de su desaparición sigue esperando respuestas.
El 28 de diciembre de 2023, Raúl acudió a la casa de su amigo Ulises en el municipio de Amozoc, con la intención de venderle una laptop. Sin embargo, desde ese día, no volvió a casa.
Un año ha pasado desde aquel día, pero para su hermana Karla López y su madre, el tiempo parece no haber transcurrido. El dolor sigue fresco, el vacío sigue intacto, y las preguntas siguen sin respuesta.
“Es duro, pero así te acostumbras a vivir. Yo lo recuerdo como si fuera ayer, y aún espero que Raúl regrese en cualquier momento”, dice Karla con la voz quebrada.
A lo largo de estos más de 365 días, la familia López Escobedo ha vivido un proceso marcado por la incertidumbre y la frustración. A pesar de que la Fiscalía General del Estado aseguró que el caso estaba siendo tratado con la seriedad que merecía, las respuestas han sido lentas.
Tan solo en noviembre, una audiencia fue cancelada, y a principios de este 2025, la familia ha tenido que conformarse con nuevas promesas de una resolución que aún parece lejana.
Hace un año, la FGE informó que se había encontrado un celular y un casco similar al que Raúl llevaba el día de su desaparición. Sin embargo, lo que más preocupa a la familia es que, a pesar de este avance, las autoridades siguen sin emitir respuestas claras sobre lo ocurrido.
A raíz de este estancamiento, Karla López, la hermana de Raúl, hace un llamado urgente a la Fiscalía y a su nueva titular, Idamis Pastor para continuar con la investigación.
“Aprovechó nuevamente para hacer el llamado a la nueva Fiscal para que nos apoye. Después de este año el tema de mi hermano tiene mucho mas que dar y nosotros por parte de nuestros abogados hemos dado varias líneas de investigación”.
Recuerdos de un hermano, un hijo, un tío y un amigo
Raúl no era un joven cualquiera. Era el hermano mayor que cuidaba a su hermana Karla, que la protegía y la acompañaba en sus momentos más difíciles.
“Para él yo era su niña. Me cuidaba mucho, y aunque él era más joven que yo, siempre estaba ahí para mí. No fumaba, no tomaba, solo veía películas y armaba rompecabezas conmigo. Era un niño bueno”.
El silencio de las autoridades sobre las verdaderas causas detrás de la desaparición de Raúl ha llevado a la familia a especular sobre otras posibles razones. En Amozoc, la delincuencia organizada tiene un peso significativo, y algunos sostienen que posiblemente Raúl, por sus habilidades con la tecnología, pudo haber sido reclutado por algún grupo del crimen organizado.
“La gente nos dice que tal vez lo reclutaron, porque mi hermano era muy bueno con las computadoras y la tecnología, pero no quiero pensar que mi hermano esté involucrado en eso”.
A pesar de las dificultades, aunque haya pasado un año, para Karla, para su madre y para todos los que conocieron a Raúl, el tiempo no borra la memoria de un hermano, un hijo, un joven que sigue siendo parte de ellos, aún en la ausencia.
